En el contexto BANI (por el acrónimo en inglés cuya traducción significa frágil, ansioso, no lineal e incomprensible), no hay rendimiento sistémico posible para ningún tipo de organización pública, privada o del 3er sector, sin comprensión efectiva del entorno colectivo actual y de las características individuales de las personas que conforman los equipos actuales.
Si recordamos nuestro primer día de trabajo en una empresa, ese lugar que que no conocíamos y que las personas funcionaban a un ritmo distinto al propio, seguramente recordaremos las cuestiones que efectivamente nos guiaron para nuestras tareas diarias y, al mismo tiempo, las falencias de comunicación de dicha empresa en términos de no mostrar (comunicar) aspectos centrales para que una persona se desenvuelva correctamente en sus funciones. Por lo general cuando una persona ingresa lo primero que se comunica es “qué tiene que hacer”, de manera operativa, funcional, sin entender demasiado qué porción ocupa dentro de una cadena de valor de una compañía. El “qué tengo que hacer” tiene un concepto precedente que es “cómo se hacen las cosas por aquí” y no es otra cosa que la cultura de una organización. Esa manera de hacer las cosas que definen y determinan “QUÉ” se comunica en una empresa es una construcción que tiene varianzas de peso en función del esquema de poder de la organización, pero al que todos contribuyen en su mutación.
Similitudes entre deporte y empresa: la comunicación oportuna es un factor crítico de éxito para lograr un óptimo rendimiento sistémico de un equipo.
Una de las claves de ser bueno administrando el tiempo es aprender a anticiparte y prepararte a lo que está por venir.
Toda organización con aspiraciones de lograr unos resultados compatibles con el logro de su visión, en el marco de la misión y propósito que guían su actuación, debe desarrollar exitosamente una secuencia de procesos indispensables.
La cercanía física es sólo una alternativa de la proxémica en la actualidad.