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Gestión del Silencio e Infoxicación

24-11-2020

Gestión Silencio Infoxicación

En estos contextos de cuarentena y pandemia, los niveles de incertidumbre aumentan. La incertidumbre nos hace consumir mucha energía a las personas. “No saber lo que va a pasar” nos hace gastar mucha nafta. Por ende, dándonos cuenta o no, solemos tomar dos caminos ante la incertidumbre (y a veces los dos juntos): callarnos, o ahogarnos de información.

Por eso el manejo de los silencios y de la infoxicación es muy importante para llevar adelante en estos contextos la tarea de liderar o ser parte de un equipo laboral. Dejarnos gobernar por algunos de ellos o ambos, es contraproducente.

Qué hacer para gestionar el silencio:

  • El silencio como mensaje, no: cuando callo, los integrantes de mi equipo, de otros equipos, jefes, colaboradores, clientes o proveedores, completan mi silencio con una hipótesis que les sirve como respuesta. El problema es que la mayoría de las veces no es la verdad. “Seguro que nos van a echar a todos, voy a cobrar menos de la mitad” son ejemplos que pueden completar un mensaje que no damos. Si no tenemos certezas, comuniquemos intenciones, pero comuniquemosLa intención no promete ni asegura, pero sí orienta y disminuye la incertidumbre.
  • El silencio digital, no”: equipos laborales, familias, parejas, se dispersan fácilmente de una conversación cuando suena el “celular”, en cualquiera de sus modos de notificaciones. Si ya es un problema discontinuar la conversación por el efecto negativo que provoca en el otro, más aún es la dificultad para retomar la misma, sin que el otro se sienta no tenido en cuenta, no considerado, etc. Con el correr de los días, esta práctica desgasta el vínculo, por ende el rendimiento técnico también se ve afectado si de trabajo estamos hablando. En casa, ni hablar. Basta recordar el enojo o la frustración que nos provoca darnos cuenta que no nos están prestando atención, para tener un motivo válido para hacer lo contrario. La recomendación está en generar acuerdos del tipo “Técnica Pomodoro”: Validar espacios digitales y espacios presenciales, para estar presentes en cuerpo y alma, tanto en unos como en otros. A lo mejor son 15 minutos cada período, que suman mucho más que horas de aparente interacción con el otro. Apagarnos digitalmente de manera conjunta es mucho más efectivo que apagarnos digitalmente de manera individual.

 Qué hacer para gestionar la infoxicación:

  • Intoxicación de información, no: elegir informarnos de temas en determinados períodos del día, a través de determinados canales, y gobernar el uso de las redes sociales (comenzando por el whatsapp) y no al revés. En el caso del coronavirus, por ejemplo, disponerse a dos momentos en el día (temprano a la mañana y al anochecer), a través de un medio nacional y otro local, y no consumir y/o propagar rumores digitales o noticias falsas por las redes sociales, son recomendaciones que facilitan el equilibrio en la cantidad y calidad de información a incorporar. Resaltamos en los espacios laborales, la importancia de gestionar datos y evidencias en estos contextos, en detrimento de los rumores organizacionales, el radio pasillo que hoy puede circular de manera presencial y/o digital y que tanto perjuicio puede traer al rendimiento de los equipos. Dicen que esta pandemia no termina hasta el 2022, que el mercado no se recupera más” son ejemplos de rumores que carecen al día de la fecha de toda evidencia y verosimilitud.

Para finalizar con sugerencias concretas, concluiré diciendo que:

  1. No es recomendable apresurarnos a dar mensajes sin ser reflexionados y preparados, pero tampoco callar por períodos que excedan a la semana, a los fines de no generar hipótesis falsas por la ausencia de la palabra.
  2. Disponernos a darle importancia y atención al otro por períodos concretos de tiempo. Lo que nos enoja cuando no nos tienen en cuenta, le enoja al que trabaja conmigo. Al proveedor o cliente, más todavía.
  3. Asegurarnos no dejar esparcir rumores y tratar temas con datos y evidencias, por complejas que éstas sean.

Hasta la próxima.

César Bernhardt

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