La gestión de tu imagen en redes sociales es importante porque es parte de la labor del deportista, cuyo aporte final en la cadena de valor social es la de ENTRETENER y de INSPIRAR con sus acciones. ¿Cómo manejamos haters y detractores en el juego digital detrás del juego analógico?
Aceptar las reglas de juego
Lo primero que debemos entender desde nuestro mindset es que si sos una persona con cierta exposición pública, la imagen es importante. Ya sea porque tu imagen te ayuda a monetizar gracias a algún aporte publicitario o porque al ser una persona expuesta públicamente tu comportamiento e imagen impacta en el otro, ya sea una comunidad –nicho- específico o en la sociedad en general. Como fuese hay una responsabilidad implícita al tener exposición pública. Si sos una persona pública –y todos en cierta forma lo somos- estás expuesto a ser criticado, acéptalo desde el arranque.
Ley primera: NO podemos conformar a todos, todo el tiempo.
La imagen NO es tuya
Segundo: esa imagen que es muy importante, NO es tuya. La imagen es la que EL OTRO se forma en su mente en relación a ciertos estímulos que recibe, a ciertas actitudes tuyas que percibe, a ciertas emociones que lo conectan con lo que vos decís o hacés (o lo que terceros interpretan, perciben y comunican acerca de lo que vos decís o hacés), etc. Tu imagen representa y despierta en el otro alguna emoción en función de alguna razón. Si un hincha, dirigente, o inclusive papá o mamá PIENSA –por una serie de estímulos propios y ajenos- que “el jugador X es un cobarde para tomar decisiones cuando el partido está caliente”, pues entonces cuando el resultado de una acción de dicho jugador no finalice como ese espectador esperaba va a despertar un SENTIMIENTO de enojo, rabia, desilusión, etc.
Ley segunda: Profecía autocumplida: el espectador busca confirmar lo que previamente piensa sobre algo o alguien.
¿Me tiré a la pileta o me empujaron?
Una cosa es publicar en primera persona, en donde vos sos responsable de aceptar las reglas de juego de elogios y abucheos digitales, mucho antes que “el partido comience”; y otra muy distinta es que algún medio, persona, cuenta externa levante una opinión sobre tu persona acerca de una situación puntual acontecida.
En ambos casos podemos setear expectativas propias y ajenas. No prometer resultados ya que es una variable que yo no puedo controlar –mal que nos pese-. Lo que SÍ controlo son mis intenciones, lo que nosotros llamamos rendimiento.
Ley tercera: Nunca prometer ni declarar una garantía de resultados.
Gestionamos lo posible
Por lo tanto debemos setear nuestra expectativa en relación a lo que “podemos hacer” comunicacionalmente: no importa que tengamos la mejor intención, que seamos claros, asertivos, concisos y específicos. Esto en el mejor de los casos AUMENTA LAS PROBABILIDADES de que el MENSAJE que pretendes que el otro entienda, llegue a buen puerto. Pero, una vez más, nadie te garantiza que esta estrategia y claridad te asegure “una buena imagen”. A veces, alguien no te quiere, y puede opinar lo que quiera sobre vos, y punto –mal que nos pese-.
Ley cuarta: Estás en la fiesta aunque no quieras asistir. Te guste o no, bienvenido al nuevo mundo de social media.
¿Quién está en la tribuna digital?
Cuatro tipos de públicos que están allí, aunque no parezca:
Ley quinta: Common sense its dead! Vivimos en “diversidad común”: micro nichos de formas de vivir y pensar que fomentan multiplicidad de formas y contenidos, inclusive –o sobre todo- en la liviandad de una red social.
¿Y entonces?
Las redes plantean una enorme complejidad porque amplía el espectro de exposición (algo que con la TV ya existía) pero también –y fundamentalmente- de INTERACTIVIDAD (algo que no existía en el siglo XX con esta inmediatez y “cercanía”) entre interlocutores.
Algunas estrategias posibles para –intentar- gestionar las críticas en redes sociales.
Finalmente, sugiero agudizar nuestra propia capacidad de análisis. Ganar o perder en una competencia no puede ser el único indicador importante. ¡Es importante, pero no es el único! En el deporte, quitando el empate, existen cuatro resultados posibles:
Ley máxima: Hay buenas decisiones que terminan en resultados positivos y hay malas decisiones que terminan en resultados negativos. Pero también buenas decisiones que NO terminan en un resultado favorable, y malas decisiones que terminan en resultados positivos. Irnos a dormir tranquilos, día a día, por habernos “vaciado”, por haber dejado todo lo que teníamos para ofrecer es todo lo que está bien en el deporte y en la vida.
Germán Bernhardt
Instagram: @german_bernhardt / @rindoconsultora / @rindosports
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