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Caldo de cultivo para los pasillos digitales

03-08-2021

comunicaciondeportiva altorendimiento deportistas

La gestión de tu imagen en redes sociales es importante porque es parte de la labor del deportista, cuyo aporte final en la cadena de valor social es la de ENTRETENER y de INSPIRAR con sus acciones. ¿Cómo manejamos haters y detractores en el juego digital detrás del juego analógico?

Aceptar las reglas de juego

Lo primero que debemos entender desde nuestro mindset es que si sos una persona con cierta exposición pública, la imagen es importante. Ya sea porque tu imagen te ayuda a monetizar gracias a algún aporte publicitario o porque al ser una persona expuesta públicamente tu comportamiento e imagen impacta en el otro, ya sea una comunidad –nicho- específico o en la sociedad en general. Como fuese hay una responsabilidad implícita al tener exposición pública. Si sos una persona pública –y todos en cierta forma lo somos- estás expuesto a ser criticado, acéptalo desde el arranque.

Ley primera: NO podemos conformar a todos, todo el tiempo.

La imagen NO es tuya

Segundo: esa imagen que es muy importante, NO es tuya. La imagen es la que EL OTRO se forma en su mente en relación a ciertos estímulos que recibe, a ciertas actitudes tuyas que percibe, a ciertas emociones que lo conectan con lo que vos decís o hacés (o lo que terceros interpretan, perciben y comunican acerca de lo que vos decís o hacés), etc. Tu imagen representa y despierta en el otro alguna emoción en función de alguna razón. Si un hincha, dirigente, o inclusive papá o mamá PIENSA –por una serie de estímulos propios y ajenos- que “el jugador X es un cobarde para tomar decisiones cuando el partido está caliente”, pues entonces cuando el resultado de una acción de dicho jugador no finalice como ese espectador esperaba va a despertar un SENTIMIENTO de enojo, rabia, desilusión, etc.

Ley segunda: Profecía autocumplida: el espectador busca confirmar lo que previamente piensa sobre algo o alguien.

¿Me tiré a la pileta o me empujaron?

Una cosa es publicar en primera persona, en donde vos sos responsable de aceptar las reglas de juego de elogios y abucheos digitales, mucho antes que “el partido comience”; y otra muy distinta es que algún medio, persona, cuenta externa levante una opinión sobre tu persona acerca de una situación puntual acontecida.

En ambos casos podemos setear expectativas propias y ajenas. No prometer resultados ya que es una variable que yo no puedo controlar –mal que nos pese-. Lo que SÍ controlo son mis intenciones, lo que nosotros llamamos rendimiento.

Ley tercera: Nunca prometer ni declarar una garantía de resultados.

 

Gestionamos lo posible

Por lo tanto debemos setear nuestra expectativa en relación a lo que “podemos hacer” comunicacionalmente: no importa que tengamos la mejor intención, que seamos claros, asertivos, concisos y específicos. Esto en el mejor de los casos AUMENTA LAS PROBABILIDADES de que el MENSAJE que pretendes que el otro entienda, llegue a buen puerto. Pero, una vez más, nadie te garantiza que esta estrategia y claridad te asegure “una buena imagen”. A veces, alguien no te quiere, y puede opinar lo que quiera sobre vos, y punto –mal que nos pese-.

Ley cuarta: Estás en la fiesta aunque no quieras asistir. Te guste o no, bienvenido al nuevo mundo de social media.

¿Quién está en la tribuna digital?

Cuatro tipos de públicos que están allí, aunque no parezca:

  • Apóstol: es el seguidor fiel, el que te banca pase lo que pase y hagas lo que hagas. Has construido un vínculo emocional con estas personas ya sea porque te conocen personalmente o porque tienen conocimiento de tu carrera y conectaron con vos porque comparten las cosas que te pasan.
  • Curioso con conocimiento: es el que aparece de tanto en tanto y tiene conocimiento de la actividad que desarrollás. Es una opinión calificada para prestar atención. Generalmente se presenta en formato de crítica constructiva y podemos aprender mucho de este tipo de perfiles.
  • Opinólogo sin conocimiento: ocasionalmente se topó con un mensaje en redes que te involucraba. No tiene conocimientos ni fundamentos pero tiene libertad de expresión. Fundamentalistas que consideran que se aplican las mismas reglas en todas las actividades de la vida. Noticia para ellos: el mundo se convirtió en algo mucho más complejo que eso.
  • Terrorista: Nada de lo que digas o hagas va a hacerle cambiar su idea formada –negativa- sobre vos. Aburridos, con tiempo disponible, enojados con algo o alguien, críticos de formación, inseguros, carentes de autocrítica, etc. A tener en cuenta: hay muchos estilos de vida y maneras de encararla allí afuera, mucho más de lo que crees.

Ley quinta: Common sense its dead! Vivimos en “diversidad común”: micro nichos de formas de vivir y pensar que fomentan multiplicidad de formas y contenidos, inclusive –o sobre todo- en la liviandad de una red social.

¿Y entonces?

Las redes plantean una enorme complejidad porque amplía el espectro de exposición (algo que con la TV ya existía) pero también –y fundamentalmente- de INTERACTIVIDAD (algo que no existía en el siglo XX con esta inmediatez y “cercanía”) entre interlocutores.

Algunas estrategias posibles para –intentar- gestionar las críticas en redes sociales.

  1. El RUMOR se ataca y contrarresta con INFORMACIÓN: si tengo un DATO concreto para rebatir una opinión, la expreso con contundencia.
  2. Decidir por el SILENCIO como recurso: ignorar es un refuerzo negativo que a veces aplaca, tranquiliza.  Al contrario, a veces aclarar potencia el impacto y replicabilidad de un mensaje. El silencio puede apagar un incendio, es una estrategia cortoplacista. Pero el silencio como método de gestión de tus redes a la larga se convierte en un problema, SALVO que sean tus apóstoles quienes “te defienden” sin que vos intervengas. En tal caso, let it be!
  3. Empatizar y ser sincero con lo ocurrido. Pedir disculpas si realmente me equivoqué en alguna situación en particular, o si considero que “el otro” tiene razón, empatiza con esa comunidad y la crítica se convierte en una oportunidad de mostrar y expresar quién sos, de qué estás hecho. Generalmente cuando esto ocurre, tiene final feliz para todo el mundo. Comunicar asertivamente es parte de esta lógica!
  4. Elegir sobre qué temáticas en concreto quiero expresarme. Hay temáticas de agenda social que son polémicas y fomentan automáticamente apóstoles y terroristas. Las palabras son de todo menos inocentes, en redes sociales también.    
  5. Publicar pensando en una metodología concreta: Quién es el público, cuál es el mensaje final que quiero compartir, en qué momento lo haré, a través de qué canal (público o por mensaje privado) y para qué quiero comunicar (en qué me va a ayudar publicar tal o cual cosa).

Finalmente, sugiero agudizar nuestra propia capacidad de análisis. Ganar o perder en una competencia no puede ser el único indicador importante. ¡Es importante, pero no es el único! En el deporte, quitando el empate, existen cuatro resultados posibles:

  1. Yo puedo ganar una competencia porque mostré mi mejor versión, planifiqué, me entrené, ejecuté con claridad y logré superar a mi rival. ¡Genial! En ese caso YO LO GANÉ.
  2. Pero también puedo tener un gran torneo porque ejecuté lo planificado, me entrené y mostré mi mejor versión, pero el RIVAL fue mejor y ME GANÓ. En este caso NO pasa nada, porque ambos mostramos nuestra mejor versión. Es parte del deporte.
  3. También ocurre que el rival jugó mucho peor que yo (nosotros tampoco hacemos lo que corresponde, no ejecutamos lo planificado, peeeeeeero…), en ese caso el RIVAL LO PERDIÓ. En este caso no te da tranquilidad, sino en el mejor de los casos alivio para corregir mientras obtenes resultados, pero el equipo o el jugador no crece.
  4. El peor resultado de todos es cuando YO LO PIERDO: esto implica que no ejecuté lo que había planificado, no intenté “por miedo a”, en definitiva cuando no me animo a ejecutar lo que la situación me dice que debo ejecutar. Allí aparece la angustia, la vergüenza, el arrepentimiento. El sabor más agrio que un deportista puede tener.

Ley máxima: Hay buenas decisiones que terminan en resultados positivos y hay malas decisiones que terminan en resultados negativos. Pero también buenas decisiones que NO terminan en un resultado favorable, y malas decisiones que terminan en resultados positivos. Irnos a dormir tranquilos, día a día, por habernos “vaciado”, por haber dejado todo lo que teníamos para ofrecer es todo lo que está bien en el deporte y en la vida.

Germán Bernhardt

Instagram: @german_bernhardt / @rindoconsultora / @rindosports

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